De hecho, en agosto dos empresas encuestadoras, Comunicaliza e Infinity Estrategas, presentaron los resultados de sus sondeos, los cuales fueron coincidentes en las dos primeras ubicaciones: Daniel Noboa (ADN) y Luisa González (RC); antes, CEDATOS hizo lo propio, con la misma ubicación pero vaticinando que Noboa podría ganar la reelección en primera vuelta.
Este hecho, de por sí inédito, marca un punto de inflexión en las candidaturas presidenciales de la Revolución Ciudadana: en 2009 y 2013, Correa ganó la elección en primera vuelta; en 2017, Lenin Moreno, destinado en el papel a ser la continuidad de Correa, estuvo a pocas décimas de evitar la segunda vuelta, aunque finalmente derrotó a Guillermo Lasso en un polémico balotaje; y en los comicios de 2021 y 2023, los candidatos del correísmo, Andrés Aráuz y Luisa González, ganaron la primera vuelta pero no lograron evitar el balotaje, en el que finalmente perdieron ante Guillermo Lasso y Daniel Noboa respectivamente.
Sin embargo, en todas las elecciones descritas el correísmo lideró las encuestas de primera vuelta sin discusión alguna.
¿Cómo se explica el fenómeno de hoy?
Una primera lectura podría derivar del desgaste que acusa al correísmo, que, aunque sigue siendo la primera fuerza política del país, no ha logrado presentar una propuesta distinta que le permita acceder al apoyo de las nuevas generaciones de votantes.
Otra lectura, el alto nivel de confrontación que generan sus cabezas más visibles, empezando por el expresidente Rafael Correa, sin tomar en cuenta que un importante sector del país está lejos de la dispuesta correísmo-anticorreísmo; esas disputas sirven para mantener el voto duro pero no para romper ese techo.
Más aún, es evidente que, aunque en el discurso el correísmo habla de los graves problemas nacionales, en la práctica sus acciones reflejan el casi exclusivo interés de fomentar una agenda personal y no de país.
Agreguemos la actitud poco o nada permeable de la RC para lograr una amplia alianza con los sectores del centro hacia la izquierda, máxime cuando su líder inclusive habló de no cerrar la puerta a grupos de la derecha ideológica a los que calificó como “nacionalistas”.
En contrapartida, Daniel Noboa cuenta con aquello de lo que hoy carece el correísmo: juventud y poder.
Pese a estos elementos una eventual nueva derrota del correísmo en las presidenciales podría no afectar la presencia de la RC en la Asamblea Nacional, en donde desde la Constituyente del 2007 siempre logró tener el bloque más numeroso, aunque está claro que en las legislaturas de 2021 y 2023 no logró la mayoría absoluta, a lo que habría que sumar la ruptura con el morenismo en 2017. ¿Estamos, entonces, a punto de asistir a un escenario que podría ser definitorio para el futuro del correísmo?