El gobierno de Daniel Noboa inicia su corto periodo presidencial jugando con fuego, sin querer. Tendrá la responsabilidad de cerrar el año por las obligaciones asumidas de un gobierno distinto y con compromisos
listos para ser honrados.
Las decisiones de última data refieren a la presión al banco de la seguridad social por comprar bonos por USD mil millones y a la preventa petrolera por USD 1.5 mil millones, lo cual deja ver la cuasi-desesperación por el flujo de caja con que dejará Lasso a Noboa, en un gobierno de transición.
Es decir, las prioridades del nuevo gobierno -seguridad, clima y empleo- se trastocan por la inercia propia de un Estado que durante los primeros 11 meses de 2023 se ha mantenido ausente como tal, más presente en el incremento de la deuda / PIB hasta llegar al 60%, con gravísimos problemas de liquidez y una elevada tasa de interés de requerir financiamiento, producto de la subida de las tasas de los bonos del tesoro americano y del riesgo país.
Entonces, ¿Cómo se desarrollará el trámite de aprobación de la proforma presupuestaria 2024, única que podrá gestionar el gobierno de Daniel Noboa? Son incertidumbres que deberá afrontar la nueva administración.
Los sueldos y décimo terceros de diciembre 2023, obligaciones de gastos corrientes, se volvieron prioritarios frente a necesidades urgentes de la sociedad ecuatoriana que no podrán ser atendidas ya que el gobierno deja el déficit fiscal en ~USD 5 mil millones y no hay certeza de en cuánto cerrará la cuenta única del tesoro en el Banco Central del Ecuador vs. el inicio de una transición que se percibe como razonable. Las primeras pistas dejan prever la imperiosa ideología de encerar el déficit vs. la necesidad de incrementar ingresos vía impuestos y/o disminución de subsidios.
Ecuador iniciará 2024 con una Asamblea Nacional lista para funcionar bajo una lógica de mayorías móviles -propia de un método Webster- como el que rige recientemente al país (desde 2018) en vez del método D’Hondt, lo cual puede generar que el nuevo gobierno sea presionado para proceder a un reparto gubernamental sin precedentes. El ejercicio gubernamental de última ratio para 2023 supondrá una serie de malabarismos en manos del presidente más joven de los últimos años.
Es fundamental que el presidente electo se rodee de un equipo de trabajo capaz de gestionar la cosa pública, combinando innovación y experiencia, dentro de los marcos establecidos de la contratación pública, para no caer como ahora, en los especialistas en no contratar que, entre los resultados, nos tienen a oscuras.