Ninguno de los postulantes se ubica en un polo ideológico -y más bien lo esquivan-, quieren mostrarse pragmáticos y ciudadanos de la prosperidad. Esa falta de definición en el discurso los deja en un limbo político, pero sus orígenes y trayectoria los descubren. Si bien en el campo electoral no identificarse ideológicamente puede ser positivo, en los hechos impide que las propuestas se conviertan en verdaderos proyectos ya que no logran sumar apoyos de movimientos y partidos salvo algunos casos, y la mayoría se convierten en globos de ensayo electorales.
Pero ¿qué pasaría si lograran cumplir lo que están ofreciendo en esta campaña relámpago que, sin ser oficial, ha comenzado? Nos ponemos entre la esperanza y las promesas rotas para vivir por un momento en el país de la fantasía, transitando por sus vereditas de la ilusión.