En su informe Commodity Markets Outlook se refirió a la inseguridad alimentaria que podría traer la conflagración de Oriente Medio, llevando el tema a terrenos desconocidos. Ese futuro incierto se está volviendo presente, incluso considerando que la economía mundial aún está mejor posicionada que en la década de los 70 cuando ocurrió la gran crisis de los precios del petróleo.
El primer escenario del informe habló de que el conflicto no se extienda y, por tanto, efectos limitados en los mercados mundiales de productos básicos agrícolas, metales y otros, por supuesto el del petróleo.
Pero la crisis se está intensificando al punto que genera grandes movilizaciones en 60 universidades de Estados Unidos en respaldo a Palestina, que ya lleva en la cuenta 500 detenidos y una rectora destituida.
Pero volviendo a los escenarios, se concentran en el suministro de petróleo: en uno de poca interrupción, equivalente al ocurrido en la guerra civil de Libia en 2011, que generó un aumento del precio entre 3 y 13% y una reducción de suministro de entre 500.000 y dos millones de barriles por día.
El de interrupción media (como el de la guerra de Irak en 2003) sería de entre 3 y 5 millones de barriles diarios con un incremento de precio entre 21 y 35%. Pero en el de interrupción considerable, como el embargo árabe de petróleo de 1973, el suministro se reduciría entre 6 y 8 millones de barriles por día y los precios se dispararían entre 56% y 75%.
Paralelamente se presentaría la subida en los precios de alimentos, reduciendo aún más su ingesta en un planeta en que la décima parte de la población mundial para 2022 padecía de desnutrición.
La inseguridad alimentaria no ocurriría únicamente en Medio Oriente. Sería global.
Para los expertos, se requerirían políticas que gestionen en los países en desarrollo un posible aumento de la inflación y evitar restricciones comerciales que prohíban exportar alimentos y fertilizantes, pues abundarían en la volatilidad de precios.
El Banco Mundial, en este escenario, plantea la abstención de controles y subsidios de precios, pero sí mejorar las redes de protección social, diversificar fuentes de alimentos y aumentar la eficiencia en la producción y el comercio alimentario. La seguridad energética también es punto clave y la recomendación del organismo mundial es acelerar la transición a fuentes renovables para así disminuir el impacto de las crisis de precio del petróleo.