Las segundas vueltas no son continuación. Todo está por verse, empieza desde cero y la elección no está ganada ni perdida. Si solo fuera sumar, restar y endosar, el resultado sería fácil. Pero el apoyo de los electores depende de lo que hagan campañas y postulantes y cómo logren conectar. Y ya lo hemos visto: un traspié puede costar muchos votos y un acierto, sumarlos.
La fragilidad del voto se ha evidenciado con fuerza en esta elección. Uno de los ejemplos tangibles fue cómo en la última semana previa a la elección, Topic le “devuelve” a la candidatura de González al menos cinco puntos del correísmo blando, resultado de su ataque a la Revolución Ciudadana. Sin esos errores, Topic pudo haber logrado más presencia y no quedar -al menos- tan distante del balotaje.
El voto se ha mostrado impulsivo y sentimental y por ello cambiante, confirmando que, hasta el último día, el elector puede modificarlo incluso si ya lo tenía decidido, fragilidad aún mayor en el indeciso.
Hemos vivido ya el cambio de voto por un evento puntual. Ocurrió en el icónico debate de hace 39 años. Rodrigo Borja Cevallos se enfrentó con León Febres Cordero en un espacio tenso de dos horas dominado por el socialcristiano que, con su expresión “Míreme a los ojos”, descolocó al socialdemócrata y lo derrotó en las urnas.
La historia trae otro episodio: en este balotaje se enfrentan, como hace 17 años, Rafael Correa y Álvaro Noboa a través de “sucesores” y en orden inverso: Noboa llegó en primer lugar, y representaba la vieja política, y Correa, segundo, era el nuevo. Dado la vuelta el escenario, llegan ahora en posiciones y representaciones cambiadas por esas jugadas que hace el tiempo. ¡Hagan sus apuestas y que no sea el país el que pierda!
Esto es política, falta al menos un mes y medio, y la primera vuelta enseñó que nada está escrito: cualquier cosa puede suceder.
Ecuador vive un momento político inédito. Nunca antes hubo elecciones anticipadas por la denominada “muerte cruzada” … nunca antes, en 44 años de vida democrática, el país llegó a los comicios sin certeza sobre quienes iban a segunda vuelta… y nunca antes ocurrieron episodios que cambien radicalmente el curso de una campaña. Lo alertamos en nuestro Newsletter de agosto en que anticipamos la segunda vuelta y, posteriormente, en nuestro informe especial previo a la votación, registramos el crecimiento de 400% de Noboa. La data de la conversa digital fue analizada con precisión.
El asesinato de Fernando Villavicencio ha sido el punto más complejo de una escalada de violencia sin precedentes que se ha tomado la política. El crimen, 10 días antes de las elecciones, marcó un antes y un después. Quienes figuraban conopciones (Otto Sonnenholzner y Yaku Pérez) se desplomaron; Topic, que creció tras el crimen contra el alcalde de Manta, Agustín Intriago, parecía indetenible al balotaje, y el correísmo sufrió una arremetida brutal impulsada de quienes lo señalaron como corresponsable de la inseguridad.
Cuatro días después del crimen de Villavicencio, se rompió un axioma sostenido por los analistas políticos: “los debates no ponen presidentes”. Este, en particular, fue totalmente distinto al de El interés por mirarlo creció, quizá hasta por morbo, y catapultó a un actor no programado: Daniel Noboa Azín.
Sí, un candidato que no estaba en el radar de opinadores ni de medios, pero que (nos enteramos después) estaba ejecutando una agresiva presencia territorial, apoyado por su madre, Annabella, conocida por la labor a través de la Fundación Cruzada Nueva Humanidad, que acompañó las campañas de su esposo, Álvaro, quien en tres de sus cinco candidaturas estuvo cerca de llegar a lapresidencia. Y tampoco fue percibido que Noboa estaba sostenido también por una campaña digital de conversa con influencers que alcanzó millones de seguidores. Eso no pasó en el campo del Twitter que es donde se mueven analistas y actores políticos.
El pasado político de Noboa es reciente: asambleísta por Santa Elena en la Asamblea disuelta y presidente de una de las comisiones legislativas más importantes (Desarrollo Económico), no era precisamente mediático. Su perfil era relativamente bajo, como en buena parte de su campaña. Llega a la segunda vuelta con la nada despreciable cifra del 23% de los votos, 10% menos que Luisa González y 6% por encima de Christian Zurita, fiel escudero de Villavicencio que tomó la posta y capitalizó el voto–pésame para ubicarlo en un honrosísimo tercer lugar y como segundo bloque de la futura Asamblea.
Uno de los sellos de Noboa (porque no estaba en el radar) fue no confrontar, algo que parece estar perdiendo en sus primeras ejecutorias para segunda vuelta. Se ha declarado “izquierda”, pero no ha sido consistente con probar si, en realidad, tiene ideología. Es una incógnita. Lo que se ve es que ha comenzado a sumar apoyos: Topic, PSC, Construye y hasta una facción de la ID.
Al otro lado, el correísmo la tiene dura: enfrenta el fantasma de la segunda vuelta de 2021. La elección del 20 de agosto reafirmó el voto duro de la Revolución Ciudadana, insuficiente para ganar la elección. La lógica impone que se debe acercar a sectores progresistas y de centro hacia la izquierda, pero no es sencillo: arrastra la confrontación del gobierno de Correa con indígenas, sindicatos, el magisterio representado en la UNE, los partidos de la tendencia. La CONAIE es un enigma frente a la segunda vuelta, pero está claro que la dirigencia prorrogada de Pachakutik y el propio Yaku no apoyarán a Luisa González.
Según Barclays, los resultados electorales influyen en mejorar el equilibrio de riesgos. Pero por lo volátil de la política ecuatoriana, la contienda sigue abierta con resultados inciertos.
Al día siguiente de las elecciones, bajó el riesgo país. Cayó 64 puntos. Los precios de los bonos tuvieron un ligero repunte. Los multilaterales esperan el desenlace cuando los próximos grandes pagos, de 15.500 millones de dólares en bonos soberanos, vencen en 2025, nuevo año electoral y de transición. Considerando el bajo servicio de la deuda en los próximos dos años, los riesgos sobre la capacidad de pago están contenidos e incumplir parece un riesgo bajo. Las dudas están asociadas principalmente con el precedente del default durante el gobierno de Correa.
El resultado de la consulta sobre la explotación del ITT golpeará los ingresos del país, y, según la fuente a la que se acuda, la cifra es mayor o menor. La decisión genera por lo menos dudas sobre el modelo económico que el país quiere seguir.
Es el panorama que vivimos, cuando, como lo dijo con crudeza Walter Spurrier en una entrevista radial: “El próximo gobierno entrará a firmar cheques del décimo tercer sueldo sin dinero en caja, con un fenómeno de El Niño que requiere inversión y sin dinero para atender. Son circunstancias muy duras por el lado fiscal y con una falta de tendencia para crecer en la economía. La tarea para cualquiera de los dos (candidatos) será muy compleja de manejar”.
Parece difícil que el gobierno de transición se comprometa con un programa del FMI, aunque existen opciones de financiamiento multilateral (más posibles con Noboa) que proporcionarían alivio del flujo de caja.
El Grupo Santander ve los resultados electorales con una leve sonrisa, mientras el informe de Barclays para inversionistas institucionales desmenuza la situación con la óptica de que el resultado para segunda vuelta es una noticia positiva para el mundo que, incluso, podrá obligar al correísmo a acercarse al centro para captar votantes moderados.
Será una segunda vuelta competitiva, pero con un equilibrio de riesgos a favor de la centroderecha, se plantea en el informe que considera que, si el correísmo ganara, las limitaciones institucionales dificultarían decisiones con cambios radicales y si convocara a una asamblea constituyente para aplicar su agenda, lo haría sin legitimidad clara del mandato del pueblo.
En cambio, una posible victoria de Noboa sería un segundo rechazo consecutivo de la agenda del correísmo. Pero si llegara al poder tendría problemas para aprobar reformas profundas por la composición de la Asamblea y la brevedad del mandato, pero la situación macroeconómica podrá ser manejable, al menos a corto plazo, y el desafío serían las señales para disipar las preocupaciones sobre el largo plazo.
Luisa González y Daniel Noboa tienen un eje de mínimos comunes, son viables y reconocidos por Ecuador como válidos, pero sus propuestas son, sin embargo, incompatibles.
En los dos, las propuestas son enunciativas con enfoques totalmente diferentes en empleo; agricultura y ganadería; turismo; rol del sector público en la economía; gestión del déficit fiscal; política tributaria, y endeudamiento.
¿En qué sí coinciden los candidatos finalistas?
Apenas cinco temas (pero cinco al fin) encuentran una coincidencia entre los dos finalistas, ambos ex asambleístas y que marcarán un hito cualquiera que gane: ella sería la primera mujer presidenta, con más de 10 años de experiencia en la gestión pública, y él, el presidente más joven de la historia del Ecuador, heredero de una de las fortunas más grandes de la historia ecuatoriana.
Ante esta coyuntura la percepción macroeconómica es vista con serenidad y la certeza de que el crecimiento de Ecuador, la inflación y la dolarización son temas de coincidencia:
Dolarización, crecimiento e inflación: 2024 concluye con un PIB USD ~120 Billones, con una inflación baja, estable y un crecimiento ~3% PIB en la que cualquiera que asuma el poder destinará recursos a seguridad, en una economía consolidada en términos de dolarización, producto de una leve y constante devaluación del dólar que se refleja en los últimos años y el aporte del lavado de activos en una economía sumergida, fuera del control estatal en 18 meses de gobierno.
Free Trade Agreement – China: El TLC-China está condicionada a la capacidad de negociación en la Asamblea Nacional, lo cual representa un limbo para los sectores agrícolas e industriales, a pesar de su publicación en el Registro Oficial 261 de agosto 28 de 2023, pudiendo ser defendido o impugnado total o parcialmente por cualquier ciudadano hasta antes de mediados de septiembre, 2023. Sería materia de referéndum, es una interrogante constitucional ante una balanza comercial estructuralmente deficitaria para Ecuador en su relación con el país asiático.
Fenómeno de El Niño: Ecuador exige una intervención inmediata en la infraestructura vial y la minimización de los impactos del fenómeno del niño, por lo que la participación del sector público reflejará menor pasividad que los últimos 6 años.
Antes de terminar el nuevo gobierno electo para los siguientes 3 semestres que inician en diciembre, Ecuador tiene un reto en lo económico: la efectividad en la fuente de financiamiento e inyección de recursos públicos en la economía que, en términos de seguridad, infraestructura vial y minimizar el impacto del fenómeno del niño, representan el reto de ejecutar USD 5 billones (+4,5% PIB), por lo que la gestión de la contratación pública y APP´s jugarán un rol transversal a la imperiosa necesidad de la inyección de circulante en Ecuador.
En la primera vuelta, el Ecuador vio la “eficacia” de la campaña sucia que pulverizó a un candidato con opción, Otto Sonnenholzner, para que llegue al resultado de la votación con casi la mitad de su intención de voto original. Ante la campaña sucia, las dos candidaturas finalistas deben abordar cómo enfrentarla, tomando en serio aspectos como la conversa digital. Invitamos en esta edición a Gabriella Guerrero para tratar el tema.
¿Qué hacer para ganar un voto?, ¿qué es lo que aprecia realmente el votante? Son algunas de las preguntas que rondan a los comunicadores políticos al momento de pensar en una estrategia que permita el posicionamiento de su candidato. Muchas veces la finalidad principal recae en obtener la victoria a toda costa.
Esta búsqueda del voto ha ocasionado que los candidatos migren por fuera de la ética en campaña, optando por estrategias que les permita obtener votos reales, aunque se deba deslegitimar al contrincante para lograrlo, “los ataques al adversario pueden dedicarse desde desacreditarlo a destruirlo, ya en tono cómico o de calumnia”. El uso de medios virtuales se ha tornado esencial para la difusión de campañas dado su alcance e inmediatez. Ahora, el mayor peligro del uso de estos mecanismos de difusión, sobre todo al tratarse de redes sociales, es que la información compartida carece de sustento y se da paso a las noticias falsas o “fake news”, multiplicando así las opciones de campañas sucias o negativas.
La posibilidad de que la segunda vuelta electoral en Ecuador traiga consigo el uso de campañas sucias es plenamente factible. Ya previamente candidatos en otras contiendas electorales han basado sus campañas en referirse a hechos pasados, acciones generadas por el círculo cercano del otro candidato y hasta temas que involucran su vida personal. “Las campañas sucias en tiempos electorales, son armas utilizadas ante la desesperación que sienten ciertas candidaturas frente a la probable derrota que se avecina”. Esto se puede explicar a través de la teoría de “priming” o “primicias” donde estas campañas negativas terminan siendo medidas que buscan influir en el juicio del votante. Pueden tener un efecto en el electorado como en el caso de México (2018) en el que la campaña contra López Obrador se centró en afirmar que era un peligro para gobernar; sin embargo, tuvo mayor peso las acusaciones hacia su opositor, Felipe Calderón, quien apenas obtuvo el 20,5% tras ser cuestionado por acciones de su cuñado.
Otras campañas sucias pueden tornarse mucho más graves, como el caso del candidato por Centro Democrático a la alcaldía de Toledo (Antioquia – Colombia), Orley García Vásquez, quien fue asesinado durante la campaña (El Tiempo, 2019). Por tanto, el uso de campañas sucias puede terminar causando justo el efecto contrario, más aún si se relaciona con deslegitimación, odio o agresividad contra el otro candidato “(…) la cultura y la comunicación tienen resultados específicos sobre las personas”. De esta manera, una campaña sucia no garantiza el incremento del voto para quien la promueve, por el contrario, puede afectar su imagen pública. Los candidatos deben evaluar muy bien el contexto nacional y decidir su mejor estrategia de campaña para identificar si cabe o no una campaña negativa en búsqueda de incitar la necesidad de un cambio.
Los episodios políticos en que se desenvuelve una parte del mundo (no todo) demuestran una vez más la teoría del péndulo: derecha – izquierda – derecha – izquierda…
En América Latina, los ejemplos más concretos son Brasil y Argentina. El gigante sudamericano, tras dos gobiernos de Lula y uno de Dilma (este último marcado por el “impeachment” que la destituyó sin terminar el mandato), vio surgir un régimen de extrema derecha, encarnado en Jair Bolsonaro, con un gobierno totalitario, intolerante y concentrador de poderes, cuya intención de reelegirse chocó con el regreso de Lula, elevado a “mártir” tras su detención y condena dentro de la trama de corrupción derivada del caso Odebrecht.
La Casa Rosada, en cambio, tras el predominio de los Kirchner (también señalados por corrupción) tuvo en Mauricio Macri el renacer de una derecha que, pese a las expectativas, no estuvo a la altura y, otra vez, los argentinos confiaron en el peronismo, encarnado en Alberto Fernández, profesor universitario que, casi al terminar su mandato, no ha podido superar la compleja crisis económica y tiene a punto de provocar la llegada al poder de un elemento insospechado: Javier Milei.
Él encarna el personaje antisistema: hace política fustigando a la política, promueve la eliminación de lo público, se dice liberal, ha roto los esquemas aprovechando el desencanto de los argentinos y, tras ganar las PASO, podría hacer historia en las elecciones de octubre.
¿Ecuador entraría la lógica del péndulo? Nuestro caso tiene otros matices. Por un lado, 10 años de correísmo apuntaban a ser 14, de no ser por el inesperado viraje de Lenín Moreno. Y por otro, la llegada de Guillermo Lasso en su tercer intento, encarnando lo opuesto a la Revolución Ciudadana, con una gestión presidencial que claramente fracasó, en gran medida, por errores propios y por carencia de un plan, increíble tras haber buscado el poder por casi una década. El fracaso del gobierno se expresa en la negativa de Lasso a la reelección, tras la muerte cruzada y está expuesto a un juicio político ante la nueva Asamblea, con el alto riesgo de que esta vez sí lo destituya.
La fuerza del correísmo en primera vuelta empieza a insinuar su dificultad de resolver las segundas vueltas al no encontrar aliados y con un voto duro insuficiente para alcanzar el poder. En la elección presidencial de 2021, la derrota correísta luego de ganar la primera vuelta, podría repetirse en este octubre. Si llega a suceder, los 30 puntos de voto duro se empezarán a desgastar. La ausencia de alianzas y acercamientos con ninguna fuerza son la realidad de la Revolución Ciudadana, hasta el cierre de esta edición.
El fenómeno replicaría lo ocurrido en Perú con Keiko y con el propio Fujimori: llegaron en cinco primeras vueltas y les ganaron en todas, hasta esta última que fueron vencidos por el desconocido Pedro Castillo. Encasillados en su propio espacio, la dificultad del correísmo es evidente para generar alianzas o tender puentes. En este nuevo balotaje llega también un candidato insospechado y cuya consistencia político – ideológica no es clara: Daniel Noboa. ¿Si gana el correísmo, volvemos al péndulo? Pero ¿y si gana Noboa?…