¿Cómo fue, qué pasó y qué le depara a la vicepresidenta?

Sin embargo, ninguno de los episodios descritos se asemeja al caso de Daniel Noboa con Verónica Abad. No hay antecedentes de un presidente que, desde la campaña electoral, haya marcado semejante distancia y contradicciones. 

No hay certezas sobre cuál fue la gota que derramó el vaso. Nadie lo ha confirmado y solo ha habido especulaciones. Pero, claro, es probable que para la primera vuelta nadie haya reparado en este “detalle” porque el binomio Noboa – Abad no figuraba con posibilidades reales hasta una semana antes de las elecciones. 

Tras pasar a la segunda vuelta, las señales eran evidentes: no fueron vistos nunca haciendo campaña; Abad hacía declaraciones públicas que amenazaban con perjudicar la candidatura de Noboa, e incluso la noche de la victoria, él festejó en Olón mientras ella andaba por Quito.La tarde de la entrega de las credenciales, ya no había dudas. Frío saludo entre ambos, y la indirecta de Noboa, que todo interpretamos que iba dirigida a Abad: “El camino a la cima está lleno de cuestionamientos y así mismo el camino hacia la Presidencia de la República tienen traiciones. Muchas veces de gente que uno ni siquiera espera, que uno escoge, pero así es la vida y la 

naturaleza humana.”

La misma frialdad en la ceremonia de transmisión de mando; la vicepresidenta no asistió (¿ no fue invitada, como dijo?) al almuerzo en Carondelet ni tampoco a la foto oficial con el gabinete de ministros. Y la decisión del presidente de relegarla. Noboa bien pudo no asignarle funciones (la Constitución dispone que la vicepresidenta cumplirá las funciones que le asigne el presidente), pero sabía que eso implicaría tenerla en el país, con el riesgo de que impulse su propia agenda. Y optó con enviarla a Tel Aviv. Primero, como “colaboradora para la paz” entre Israel y Palestina, y luego, como Embajadora de Ecuador en ese país. E incluso desmontó la estructura de la Vicepresidencia para que se sepa que no habrá paso atrás.

El presidente la quería lejos, y no tuvo reparos en admitir, la semana anterior nomas, que bien pudo haberla enviado a la Antártida. 

Pero, más allá de estos hechos, ¿lo que pasa hoy con Verónica Abad tiene influencia en la imagen del gobierno de Daniel Noboa? La más reciente encuesta de Perfiles de Opinión ubica a la vicepresidenta con apenas un 25% de calificación positiva y un 45 % de personas que no responden, lo que demuestra, o que no la conocen o que no saben lo que hace. 

El más reciente capítulo del divorcio estuvo marcado por la “orden” que emitió la Cancillería para que Abad deje de emitir declaraciones públicas “sin autorización” y que se mantenga al margen de un acuerdo de cooperación que Ecuador está negociando con Israel para generar plazas de trabajo. Lejos y calladita, ¿cuál será el siguiente capítulo?

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