Según Barclays, los resultados electorales influyen en mejorar el equilibrio de riesgos. Pero por lo volátil de la política ecuatoriana, la contienda sigue abierta con resultados inciertos.
Al día siguiente de las elecciones, bajó el riesgo país. Cayó 64 puntos. Los precios de los bonos tuvieron un ligero repunte. Los multilaterales esperan el desenlace cuando los próximos grandes pagos, de 15.500 millones de dólares en bonos soberanos, vencen en 2025, nuevo año electoral y de transición. Considerando el bajo servicio de la deuda en los próximos dos años, los riesgos sobre la capacidad de pago están contenidos e incumplir parece un riesgo bajo. Las dudas están asociadas principalmente con el precedente del default durante el gobierno de Correa.
El resultado de la consulta sobre la explotación del ITT golpeará los ingresos del país, y, según la fuente a la que se acuda, la cifra es mayor o menor. La decisión genera por lo menos dudas sobre el modelo económico que el país quiere seguir.
Es el panorama que vivimos, cuando, como lo dijo con crudeza Walter Spurrier en una entrevista radial: “El próximo gobierno entrará a firmar cheques del décimo tercer sueldo sin dinero en caja, con un fenómeno de El Niño que requiere inversión y sin dinero para atender. Son circunstancias muy duras por el lado fiscal y con una falta de tendencia para crecer en la economía. La tarea para cualquiera de los dos (candidatos) será muy compleja de manejar”.
Parece difícil que el gobierno de transición se comprometa con un programa del FMI, aunque existen opciones de financiamiento multilateral (más posibles con Noboa) que proporcionarían alivio del flujo de caja.
El Grupo Santander ve los resultados electorales con una leve sonrisa, mientras el informe de Barclays para inversionistas institucionales desmenuza la situación con la óptica de que el resultado para segunda vuelta es una noticia positiva para el mundo que, incluso, podrá obligar al correísmo a acercarse al centro para captar votantes moderados.
Será una segunda vuelta competitiva, pero con un equilibrio de riesgos a favor de la centroderecha, se plantea en el informe que considera que, si el correísmo ganara, las limitaciones institucionales dificultarían decisiones con cambios radicales y si convocara a una asamblea constituyente para aplicar su agenda, lo haría sin legitimidad clara del mandato del pueblo.
En cambio, una posible victoria de Noboa sería un segundo rechazo consecutivo de la agenda del correísmo. Pero si llegara al poder tendría problemas para aprobar reformas profundas por la composición de la Asamblea y la brevedad del mandato, pero la situación macroeconómica podrá ser manejable, al menos a corto plazo, y el desafío serían las señales para disipar las preocupaciones sobre el largo plazo.