¿Quién encarna hoy el anticorreísmo?

El 15 de enero de 2007, el advenimiento de Rafael Correa al poder allanó el camino para el nacimiento de un nuevo clivaje: correísmo vs. anticorreísmo. Esa disputa no solo se ha expresado desde la política partidista sino también a nivel de la opinión pública, academia, sectores económicos y, por supuesto, medios de comunicación. Hasta en las conversaciones cotidianas entre amigos o en la mesa de las familias. Durante 14 años, este clivaje marcó la agenda política de este país, haciéndose más evidente en los procesos electorales.

En 2013 y 2017, Guillermo Lasso (CREO) encarnó ese sentimiento anticorreísta, aglutinando en torno a él a múltiples sectores en la cruzada por derrotar al correísmo, incluyendo hasta tendencias diferentes a la propia; tal vez los dos ejemplos más llamativos fueron el MPD (hoy Unidad Popular) que apoyó a Lasso en la segunda vuelta de 2017, o la división de Pachakutik y parte del movimiento indígena, del que la hoy prefecta de Cotopaxi, Lourdes Tibán, se convirtió en el rostro visible de apoyo al líder de CREO.

En 2023, el anticorreísmo encontró su nicho en la candi datura de Fernando Villavicencio (Construye) tras el fracaso del gobierno de Lasso. El asesinato de Villavicencio supuso un voto de “cabreo” a favor de Christian Zurita, quien, sin hacer campaña, alcanzó un sorprendente tercer lugar, arrastrando un número de legisladores tal que convirtió a Construye, inicialmente, en la segunda fuerza parlamentaria.

¿Asistimos nuevamente a un escenario de polarización entre el correísmo y anticorreísmo? Sí, pero con una variante: el “Noboísmo” es hoy por hoy el nuevo caballo de batalla de los sectores que no comulgan con

la Revolución Ciudadana.

A saber: según todas las encuestas, Daniel Noboa disputa con Luisa González las primeras ubicaciones en

intención de voto y la distancia de ambos respecto de un tercero en disputa, insisto, al día de hoy, es astronómica.

En teoría Henry Cucalón podría/debería convertirse en esa tercera alternativa, la segunda que encarne el sentimiento anticorreísta, aprovechando que Jan Topic quedó fuera de la carrera electoral. Por ahora, a menos de un mes y medio de las elecciones, el panorama es este.

No obstante, ¿cuál es la diferencia entre el anticorreísmo clásico vs. el actual noboísmo? En su momento, Lasso logró, sobre todo, el apoyo del empresariado, la banca, parte de la academia y medios de comunicación, sectores con los cuales, por el contrario, Daniel Noboa no ha tendido puentes y más bien ha abierto diversos frentes de conflicto.

Ahora mismo, la crisis energética provocó una fractura entre el presidente y las cámaras de la producción, con cuyos líderes Noboa ni siquiera dialoga. Qué decir de los medios de comunicación, donde, con excepción de aquellos controlados por el gobierno y unos cuantos privados, hay una postura más bien crítica respecto de la gestión del líder de ADN.

Luego, es evidente que la sociedad hoy es distinta a aquella que encarnó esa batalla digital entre el correísmo y anticorreísmo, y en donde claramente la RC tuvo un papel protagónico. Los tiempos han cambiado, la visión de los jóvenes de hoy es distinta y, en ese rubro, Noboa parece estar un paso adelante, sin que el correísmo pueda descifrar esa lógica y cambiar ese manejo tradicional que ya no pega.

La campaña está a la vuelta de la esquina. Veamos en qué desemboca este nuevo clivaje.

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